Tal como veníamos anunciando el grupo de teatro Itxartu Anterkia va a poner en escena la obra de la autora madrileña Laila Ripoll, titulada «La ciudada sitiada».
Autora: Laila Ripoll
Es una directora de escena y dramaturga nacida en Madrid en 1964. Hija de la actriz Concha Cuetos y del director Manuel Ripoll. Su hermano es el también actor Juan Ripoll. Entre sus obras dramáticas destacan «Atra Bilis», «La Ciudad Sitiada», «Los niños perdidos» o «El día más feliz de nuestra vida». En 1991, junto con José Luis Patiño, Mariano Llorente y Juanjo Artero funda la compañía teatral Micomicón. Ha dirigido espectáculos para el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y para Micomicó.
Pinceladas del argumento
Madrid, Octubre 1937.
A la abuela le entró un obús por la cocina y destrozó la máquina de coser. Podía haber sucedido una desgracia, pero afortunadamente no estalló y los niños estaban jugando en la calle.
La casa estaba en el barrio de Tetuán, justo enfrente del hospital Clínico, en pleno campo de batalla. El abuelo llevaba meses sin aparecer por Madrid y conseguir algo de comida para tres niños pequeños era toda una proeza. El tío Álvaro era ciego por culpa de una infección y durante un bombardeo en Cibeles se le hundieron los ojos para siempre. A la abuela le dieron una vez gato por liebre (conseguir gato fresco no era nada fácil) y cuando las vecinas la veían subir por la escalera maullaban porque sabían que le daba mucho asco.
Una vez cayó una bomba en Tirso de Molina, justo encima de “La gota de leche”. Las mujeres embarazadas y las madres con sus bebés hacían cola para conseguir un poco de alimento. Murieron todos y por Lavapiés abajo corría un reguero de sangre que llegaba hasta la plaza.
Cuando éramos pequeños y no queríamos comer, la abuela decía: “Una guerra os hacía falta…”. Creo que hasta el día de su muerte tuvo presente el hambre insoportable que pasaron durante el sitio de Madrid, tanto es así que cuando lo del 23 F lo primero que hizo fue bajar al supermercado y atiborrar la despensa de conservas y legumbres.
También recuerdo a la abuela intentando subir a un tren para salir de Madrid; a los niños robando comida y poniendo al ciego de vigía porque tenía muy buen oído y no se le escapaba una; un trocito de seso que se quedó pegado en un escaparate tras un bombardeo en la Gran Vía; a los italianos entrando en la ciudad sitiada; la represión; la cárcel; el piojo verde; tres fusilamientos ficticios, a las mujeres contando colchones en la cárcel de Portier, intentando adivinar si su marido o sus hijos continuaban con vida; el exilio; el regreso…
Recuerdos que forman parte de la infancia junto con las galletas María y el Cola-Cao de la merienda, recuerdos que forman veintitantos años más tarde con otro acento, con otro clima, con otra piel…